martes, marzo 21, 2006

Ira


Furia interior, llenando la sangre de veneno, palmo a palmo buscando el camino, está perdida y sola,q más puede hacer,comienza a devorar lentamente lo poco q le queda de alma y saborea con delicia aquel plato q dejó de ser dulce hace mucho, respira un poco de aquella esfera dorada embarrada con sus propios desperdicios, y así se olvida q hace tres días q no come, quizá halla suerte hoy y el estómago rememore tiempos mejores, busca desesperada aquel collar q le robo a su madre el día q ella la boto de su casa por volverse parte de las encuestas y llevar sin quererlo un ser dentro, de eso ya ha pasado mucho años diría ella, si es q su percepcion del tiempo no estuviera afectada ya por la droga q le atrofia el cerebro, aquel niño nunca vío la luz, lo perdió una madrugada mientras era ferozmente golpeada por dos tipos, quienes no aceptaron un no por respuesta y se las cobraron todas, y ella pagó con el precio más caro la vida de ese ser, pero a estas alturas ella piensa, por q sí, aún en esa maraña de pesadillas quedan resagos de la bella niña q fue, ella desea creer q fue mejor así, un niño y ella sola no hubiera podido, volver a casa era imposible, ya no recuerda cómo regresar, vive a las orillas del río, sólo se puede mover por esas zonas, pasea por el mercado municipal los guardias ya la conocen, y no hacen caso cuando la ven salir a la carrera con un poco de fruta en los brazos.
Por las noches es otro cantar, ya q uno de los guardias la visita y sin piedad abusa de ella, debo pagar por la comida q robo piensa ella, perdida en su propio universo, hoy ha salido la luna, y sin dejar de mirarla deja de sentir su cuerpo, las manos sudorosas y frías de ese hombre las ve a lo lejos, por q ella puede volar y se aleja de esa escena sórdida, sobrevuela su casa y entra a su cuarto, hay otra niña en su cuarto, no esta segura de quién es, supone q es su hermana, o quizá ella misma.
un golpe seco la devuelve a su realidad, y observa con asco ,cómo aquel hombre se viste y la deja sola en la casucha q construyó ella a orillas del río, adíos le dice con una sonrisa burlona después de haber ensuciado hasta el último centímetro de su cuerpo, ella se pierde nuevamente recostada sobre unos plásticos, en la inmensidad de la noche q puede observar desde uno de los agujeros q tiene su techo de cartón es un mirador perfecto piensa.