domingo, septiembre 23, 2007

La llegada

Nerviosa y emocionada esperaba la salida de las maletas, la maldita cinta parace que se había empeñado en traer todos los equipajes menos los míos, no estaba sola esta vez, mi alegría era compartida por mi sobrina, ella esperaba impaciente mientras me decía creo que ya están fuera, se refería a mi esposo y a su papá, y las maletas dale con no salir, una hora y nada, por último en el colmo de los colmos se paró la cinta, se atascaron varios bolsos, y se tuvo que poner manos a la obra para arreglar la situación, ya eramos pocos, casi todos habían salido, al final a las 7 y 40 am, pude abrazar mis maletas, y salir, claro no sin antes pasar por la famosa luz, o rojo o verde, yo pedía q obviamente saliera verde, ya que no solo era yo, sino tener que cargar las maletas de la pequeña también, quién un poco más saltaba por entre la gente para reunirse con todos, con la luz de nuestro lado pasamos, adiós aeropuerto.

Fuera todo era un bullicio, compañías de taxis ofreciendo sus servicios, letreros con diferentes nombres, y ojos agudos, deseando ver a través del cristal, esperando encontrar a esa persona por la que tuvieron que esperar tantas horas y con este frío que cala, por fin entre toda la gente lo veo, toda la mala noche, la casi pérdida del avión en Barajas, la demora del equipaje, todo pasó, solo deseaba volver a abrazarlo, besarlo, decirle cuánto lo había extrañado, que las noches son largas y que a pesar del verano, sentí frío, el me elevaba sobre la gente o al menos eso sentía, todos desaparecieron por unos minutos, y luego de un beso, escuché de nuevo a la gente, la alegría y el calor de un pueblo que no olvida a los que se fueron.

Camino a casa, contába los por menores de la travesía y sí que lo fue, pero eso será en otro post jajaja, no podía dejar de mirarlo, esos ojos que me hechizaron la 1era vez que lo ví hace ya muchos años, y esa boca por la que me extravié tantas veces, veía por las ventanas del coche la ciudad, hoy lucía muy gris, pero yo estaba tan azul, tan verde, tan de colores, que era imposible opacarme, y él lucía igual que yo, ¡FELIZ!, mi lugar está entre tus brazos, pensé y lo besé.