domingo, abril 01, 2007

El Regalo


Una tarde caliente en el desierto, pero ni el sol abrasador lo haría desisitir de su propósito...una pelota de fútbol que había visto en la nueva tienda, no era cara pensó, ¡no podrá negármela!.


Su padre regresaba fatigado, pero el comercio aún no cerraba, y empezó el ataque, un beso y un abrazo fueron su mejor arma, el no podía resisitirse a eso, pero debía rebatir, es costosa estoy seguro, los vecinos me lo han dicho, la estrategia se dibujaba en la pequeña mente de aquel niño de casi 8 años, eso no es cierto replicó y cómo en los resos de los mayores, dijo el precio casi atropellando las palabras; su padre se quedó de una pieza, estaba prisionero, su hijo sabía muy bién lo que hacía y además había sido un buen alumno, sabía leer y escribir perfectamente, aún quedaban pequeñas cosas que le costaban trabajo, pero estaba seguro que si le ponía el mismo empeño que le puso para conseguir la pelota, muy pronto las sabría.


Acordaron la fecha, sería al día siguiente, hoy no por que estaba muy cansado, pero había prometido de antemano, que aunque llegara igual mañana, la tienda era una cita que no podía fallar, libre ahora de acoso le dió un beso en la frente y se dispusieron a cenar, estaba muerto de hambre.

La luz de la lámpara que no dejaba de arder, le hacía sentir que su casa aunque pobre y pequeña, era un hogar feliz, mandó al pequeño a dormir y solpló hacía la lámpara para apagarla.

Al día siguiente, la escena se repite, la diferencia es que su padre no pone resistencia y se deja llevar cómo un niño hasta la tienda. El camino es un poco largo, pero conversan de cosas del colegio, y su papá esta feliz de escuchar que su hijo, metió un gol, él le contaba los por menores de la jugada, hasta que sin darse cuenta llegan.


Le parecía un sueño, no tenía que escoger, conocía muy bién la que llevaría, la había visto desde hace un mes, todos los días que iba hacía el colegio, y por fin era casi suya, su papá contó el dinero de nuevo y pagó, veía en los ojos de su hijo esa alegría y la inocencia que no quería que perdiera, mientras salían de la tienda él no cabía en sí de lo contento, la tocaba fuerte para saber si era cierto,; al lado de ellos pasaba un convoy de tropas extranjeras, ¡para velar por la seguridad del pueblo!, -dijo su padre-, mientras esbozaba una sonrisa irónica, pero fue sacado de la realidad por el abrazo de su hijo, él lo cargó y lo beso en la frente, y sin saber de dónde un ruido tremendo, calor infernal y la sensación de encontrarse por los aires, no soltaba al niño y este a su vez, no soltaba la pelota, cayeron con un eco sordo, él no escuchaba a la gente gritando , el olor a cuerpos calcinados y restos de personas que nunca serían identificadas, sólo había un zumbido profundo en su mente, y al girar la cabeza para ver a su niño pensó -siempre se quedará de 8 años-.


El fallecía luego de dos horas con quemaduras en un 80% de su cuerpo, y su hijo, muerto junto a la tienda, aún tenía la bolsa de regalo derretida en la única extremidad que le quedó completa...Hoy era su cumpleaños!!

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Glup.

Y gracias por la visita.

Diana Cabrejos dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
AZzRaeL dijo...

Al menos fue feliz por un momento.

Dinorider d'Andoandor dijo...

oooooh!

ese fin!


:(

Rolando Escaró dijo...

que historia tan terrible

flotante dijo...

¡Vaya! Uno nunca sabe... que felicidad es ésta que tan de pronto puede esfumarse...

Buen relato...

Cuidese...